Reflexiones: Ir dejando sueños

Reflexiones: Ir dejando sueños
Madurar es como envejecer, consiste en ir dejando sueños de infancia, adolescencia y juventud. Esto suena algo cruel pero la vida te enseña a descartar y/o tener
otros gustos, amistades y lugares para aprender: qué vale la pena, con quién vale
la penar estar y qué lugares merecen la pena conocer o estar.
Dejar ir los sueños puede ser una de las metas más difíciles de lograr,
porque muchos nos apegamos a deseos que en algún momento creímos eran posibles,
pero al pasar los años nos percatamos de su inviabilidad, y si a cierta edad no
nos sinceramos con nosotros mismos, esto termina siendo una frustración insostenible,
por ello, desilusionados es lo más común ver, así ellos no se den cuenta que lo
están.
Madurar tiene muchísimas ventajas, pero en sociedades que se le rinde
culto a la juventud, hacen que las personas de 40 en adelantes las quieran ver
viejas, cuando en realidad apenas podría decirse que están en pleno desarrollo.
No hace mucho un amigo me hizo llegar un fragmento de una entrevista
donde se hablaba de que una persona no acumulaba años, sino experiencias, y
estas palabras me hicieron acordar de una conversación cuando era adolescente
que me sugerían mantener los buenos hábitos para un buen desarrollo físico,
mental y social. Quien me lo decía para aquel entonces tenía unos 60 años, y
comparado con mis abuelas de la misma edad, él se veía más joven.
La actitud que se tenga ante uno mismo, es tan importante como la que se
tenga con el exterior, por ello ser sincero con uno mismo no le es tan fácil a
las mayorías, y hay de los que caen en las drogas, legales o ilegales, para
ocultarse de ellos mismos, y muchos lo único que logran por este medio, es
sacar sus miedos y presentarlos ante sí.
La madurez tiene su precio, pero cuando uno está consciente que las
costras de la vida hay que quitarlas para que la piel sane, esta no duele
tanto. No es nada fácil, si lo fuese no tuviéramos un mundo tan caótico. Pero lo
que si es factible, es que se puede estar en paz con uno mismo (sin tener que
acudir a ninguna fe), mientras el mundo está en llamas.
Lic. José Francisco Marcano S.
Ig: @jfranciscomarcano
Tw: @jfmarcano
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Textos caraqueños” con introducción escrita por el Dr. Ítalo Tedesco.
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