Reflexiones: No estar preparado para

Reflexiones: No estar preparado para
Todos pasamos por un proceso de formación que depende,
al principio, en gran medida de la o las personas que nos cuidan en nuestros
primeros años de vida, por ello al llegar a la adolescencia, o antes, en
algunos casos, tenemos la necesidad de tomar decisiones, algunas de ellas
generan consecuencia de por vida, y al no estar preparado para ello, usando términos
cristianos, puede ser una bendición o una cruz.
Por esto es que, desde principios del siglo XIX en
occidente, poco a poco se fueron implementando la escolarización masiva para
formar a ciudadanos, y así las personas tengan herramientas para su futuro. Esto
en muchas sociedades y cultura ha sido de gran beneficio, pero en otras no han
llegado los resultados, básicamente por la corrupción endógena de esas
naciones.
La responsabilidad personal y la propia consciencia
que se tenga ante las situaciones que se viven a lo interno, es la que a muchos
nos hace tomar decisiones que nos ayuden a mejorar nuestra situación de vida. Hay
otros que simplemente lo dejan pasar, haciéndose creer a sí mismos que las
cosas mejoraran solas con el tiempo, son los que normalmente están aferrados a
credos, o ingenuamente (por no decir ciegamente) a ideologías que les dicen que
el Estado los debe ayudar en todo, evidentemente son los que viven en un círculo
de esperanzas y engaños.
Hace unos cuatro años publiqué un artículo, hoy día
uno de los más leídos, titulado Igualdad
de oportunidad donde me refería a la afectación de la politiquería colectivista.
Pero también es cierto que el principal responsable para estar preparado, para
lo que sea, es uno mismo, y cuando se tiene descendencia enseñarles lo propio,
porque es la única forma que nos ha enseñado nuestra evolución como especie,
para lograr metas y sentirnos felices a lo interno y con quienes nos rodean, en
el espacio que habitamos.
Lic. José Francisco Marcano S.
Ig: @jfranciscomarcano
Tw: @jfmarcano
Les invito a leer mi libro “7
Textos caraqueños” con introducción escrita por el Dr. Ítalo Tedesco
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