Reflexiones: Más allá de la vida

 

ReflexionesMás allá de la vida

 

En una oportunidad hice un diplomado titulado La Muerte en el arte y allí me enteré de dónde venía la luz al final del túnel de la que tanto se habla y que muchos quienes “regresan”, la refieran. La respuesta no fue nada grata para aquellos en la clase que eran, y siguen siendo, tan apagado a sus supersticiones y creencias, y más de uno quedó vapuleado en el lugar.

Como bien sabemos nuestro cerebro aparte de trabajar con todo tipo de procesos químicos, sinápticos y fluidos de sangre, existe en él unas pequeñísimas cargas eléctricas que en el momento de irse apagado (haciendo una especie de corto circuito cerebral), nuestros receptores visuales que están en la parte posterior captan como luces que por la velocidad que suceden pueden ser continuas, ser intermitentes o tenues, dependiendo del caso.

Por otra parte, cuando una persona va muriendo lentamente, y probablemente le suceda a otros animales, puede tener sueños y estos pueden ser muy perturbadores o gratos, las pesadillas siempre las hemos tenido como parte de la supervivencia, y la situación de muerte seguramente nos genere pesadillas atroces. Quizás suceda que quienes no tienen cuentas pendientes, sobre todo con su conciencia, probablemente tengan sueños reparadores.

En el budismo se dicen que la muerte en estado de budeidad debe ser el paso transicional a una etapa nueva y siguiendo las ideas de Siddharta Gautama, esto sería pasar el ser espiritual a la energía universal soltando la envoltura que rodea el alma espiritual (consciencia). Si lo llevamos a un plano matemático, la teoría del multiverso tiene posibilidades interesantes, pero algo que también rallaría en la especulación.

Somos sapiens sapiens porque somos los únicos animales, hasta ahora, que puede pensar sobre lo que piensa y esos nos dio a la madre de las profesiones, la filosofía, de esta han surgido todo lo demás aunque anteriormente nuestros antepasados hominidos ya habían creado herramientas para hacer fuego, cazar y resolver necesidades primarias. Pero el pensar sobre lo que pensamos nos dio la capacidad de crear y esto nos arrojó la los brazos del chamanismo por desconocimiento.

Hasta la edad media europea, el occidental tuvo la fe de que no importaba lo que sucediera con su vida, por muy desgraciada y miserable que esta fuese estaba seguro que al morir sería recibido en brazos de su dios y viviría en un paraíso frugal. Estas ideas místicas fueron cayendo luego de la ilustración, aunque todavía se mantienen en pie en muchísimos creyentes, si bien ya se haya demostrado lo contrario desde hace tiempo. No por ende Hegel y luego Nietzsche decretaron la muerte de dios, como el perturbante logro de la razón y la lógica.

Pero la verdad de todo esto es que la muerte es la cita a la que ninguno de nosotros, ni de los seres vivos que existen puedan evitar. Hasta nuestro planeta en algún momento desaparecerá y todas nuestras penurias, deseos, éxitos como especie ni siquiera habrá quien las pueda contar, al menos que futuros humanos lleguen a emigrar a otros sistemas solares y encontrar otro planeta estable como lo ha sido el nuestro, antes que nuestra estrella muera.

Quizás suene a existencialista el texto, pero es lo más honesto que puedo decir del tema, sólo nos queda vivir y buscar la forma y manera que esta vida nos dé la alegría y experiencias suficiente para al momento de despedirnos, podamos decir, he vivido.

Lic. José Francisco Marcano S.

Ig: @jfranciscomarcano

Tw: @jfmarcano

 

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