Reflexiones: Inteligencia emocional


 

Reflexiones: Inteligencia emocional



Para ser inteligente no es necesario venir de padres inteligente, aunque si se ha demostrado que los niños que son hijos de profesionales bien formados y con hábitos de estudio, estos terminan transfiriendo estas herramientas a su prole y ello le ayuda para tener las mismas características. Un ejemplo claro de lo ilógico de la igualdad de oportunidades, ya que la mayoría no nace con estas características.
Pero el que un individuo crezca con estas ventajas, no significa que otros no las desarrollen de igual forma. Bien sea porque al niño se le motive o por imitación, el hecho es que la inteligencia es una facultad que se va desarrollando en el transcurso del tiempo en el individuo y dependiendo de sus peculiaridades, actitudes y hábitos este puede ampliarla con cierta facilidad.
Evidentemente el factor nutricional es de gran importancia, está más que demostrado que un niño que en sus primeros años de vida no tiene una alimentación correcta su cerebro no tendrá un crecimiento adecuado. Por otra parte durante todo el desarrollo físico también se requiere las cantidades de proteínas, carbohidratos y vegetales más, dependiendo el caso, algunos complementos alimenticios para que el desarrollo sea eficiente. Lo cierto que los factores que inciden para que una persona tenga la oportunidad de desarrollar esta facultad lo suficientemente adecuada no es muy poca cosa, aunque en la actualidad para la humanidad esto es más viable, pero hasta hace menos de 100 años atrás no era así tan fácil.
Saliendo de lo alimenticio, el hecho que el individuo sea lo suficientemente curioso para querer aprender cada día un poco más y así asociar los temas, es lo que sin duda alguna es el principal ingrediente para que desarrolle la inteligencia suficiente para su provecho, pero de allí a dominar las emociones ya es otro entrenamiento.
Las emociones son reflejos de sensaciones que vienen en nuestro disco duro y el entrenamiento ya es de actitud básicamente, el mantenerse controlado a la hora que las mayoría suelen explotar, el mantener la tranquilidad cuando todos se desesperan, el mantener los impulsos cuando todos quieren las cosas para ya, el controlar el miedo que es tan natural en todas las especies. Es un entrenamiento que en algunos casos pareciera ser innato, se han hecho experimentos con niños que han demostrado tener estas capacidades, pero en la inmensa mayoría de los casos es el tiempo el que le enseña a las personas que se ocupan en trabajarla.
El poder razonar los sentimientos para controlarlos y así modificar las emociones implica tener dominio tanto en lo interpersonal como lo intrapersonal, conceptos más complejos de explicar, pero teniendo la facultad de entender las situaciones, se hace un poco más fácil de lograr.
Para ello termino recomendándoles el libro de Daniel Goleman, la inteligencia emocional de 1995 que es uno de los más conocidos sobre el tema y donde pueden profundizar si lo desean.

Lic. José Francisco Marcano S.
@jfmarcano


Les invito a leer mi libro “7 Textos caraqueños” con introducción escrita por el Dr. Ítalo Tedesco.

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